La causa quedó, como tantas otras, en una biblioteca de suposiciones sin pruebas
Le quiero hacer una pregunta. Últimamente se ha acordado de la desaparición de Loan Danilo Peña. Sí, nos enteramos y fue muy doloroso, pero más aún es saber que parece que nadie lo está buscando. El caso, que al principio acaparaba titulares y mantenía a todos en vilo, se ha apagado como tantas veces ocurre en Argentina con los casos que nunca llegan a resolverse. Cada tanto, este país es perforado por preguntas sin respuesta, por esos enigmas que la justicia no aclara y que, de alguna manera, se diluyen entre la burocracia y el silencio.
Nos encontramos, hace casi nada, como si estuviéramos en la mesa de la abuela Catalina, en ese pueblo perdido en el interior, donde cada detalle importaba. Todos mirábamos cada pieza del rompecabezas como si de eso dependiera encontrar a Loan: las botellas, los autos, las miradas, los nombres de personajes que de la nada se volvían sospechosos. Cada vez más sospechosos.
El comisario, el cura, el intendente, la maestra, demasiados personajes para un misterio mal armado. Se nos fue de las manos: los naranjales, la camioneta, los perros que no encontraron nada, el auto rojo, hasta se pensó en hacer radiografías a “la panza de los animales”. Era casi ridículo. Un guion con demasiados escenarios, como una serie, pero con el drama real de una familia que aún no sabe qué pasó con su hijo.
Las teorías volaban: Loan enterrado en el mismo lugar, visto en Chaco, en Paraguay, en Colombia, en la Patagonia. Nada. Solo rumores. Los padres, las cuentas bancarias de los hermanos, el gobernador que decía que el caso estaba claro, cuando en realidad se oscurecía más y más. Drones, abogados, whatsapps, el famoso botín del nene que apareció en un lugar donde él nunca estuvo. Y mientras tanto, ¿dónde estaba Loan? Nadie parecía buscarlo en serio.
Hubo marchas, claro. Muchas marchas. En el pueblo, en Corrientes, en Buenos Aires. "Justicia", gritaban. Pero de a poco el grito se fue apagando. Hoy, el caso está congelado. Unos pocos presos, otros tantos detenidos por encubrimiento, pero nadie cree que Loan siga vivo. Eso no lo dicen, claro. No es algo que se admita en público, pero todos lo saben.
La causa quedó, como tantas otras, en una biblioteca de suposiciones sin pruebas. Se espera que una jueza decida qué hacer con todo este caos, pero la verdad es que no parece haber mucho por hacer. Los detenidos entendieron rápido que, si nadie habla, todos salen beneficiados. Y ahí estamos, en la nada.
Sin embargo, algunos investigadores creen que la verdad puede salir a la luz cuando menos lo esperemos, cuando nadie lo vea venir. Un pequeño detalle, un dato que se le escape a alguien. En un pueblo chico, siempre hay alguien que sabe la verdad.
Este sábado, serán cien días. Cien días sin Loan, y seguimos tan perdidos como al principio. ¡Desde aquí decimos NO AL OLVIDO! Queremos que Loan aparezca y renueve nuestras esperanzas en la justicia.