Analistas La columna de Antonio Ginart

"Kicillof y el Kirchnerismo: La Ideología por encima del desarrollo"

La lección aquí es clara: cuando la ideología se interpone en el camino del desarrollo, todos perdemos. Y en este caso, el gran perdedor es Buenos Aires y, por supuesto, sus habitantes.

Miercoles, 31 de Julio de 2024

Si algo hemos aprendido en los últimos años es que las decisiones políticas no se toman en un vacío. Siempre hay consecuencias, y no siempre son buenas. Esto es particularmente evidente en el caso de la planta de GNL que YPF y Petronas iban a construir en Bahía Blanca. Pero gracias a una serie de decisiones y posturas, el proyecto ahora se mudará a Río Negro. ¿Y el culpable? Nada más y nada menos que Axel Kicillof y su negativa a adherir al Régimen de Incentivos para Grandes Inversiones (RIGI).

En un contexto donde Buenos Aires tenía todas las de ganar —infraestructura en Bahía Blanca, un puerto operativo, y una mano de obra capacitada—, Kicillof decidió oponerse al RIGI. Este régimen, aprobado a nivel nacional, ofrecía incentivos fiscales que hacían más atractiva la inversión en determinadas provincias. Pero Kicillof, en un acto de pura ideología, se negó a aceptar estos beneficios, alegando que iría en contra de sus principios y buscando establecer un "RIGI bonaerense" paralelo?.

Mientras tanto, en Río Negro, el gobernador Alberto Weretilneck no perdió tiempo en adaptar su legislación local al RIGI, asegurándose así de que la planta de GNL, valorada en unos 30.000 millones de dólares, se estableciera en su provincia??. Esta jugada le valió no solo el proyecto sino también un impulso económico significativo que Buenos Aires ahora pierde.

Es innegable que las políticas deben estar basadas en principios y convicciones, pero cuando esas convicciones impiden el progreso y el desarrollo, la situación se torna preocupante. Kicillof, en su afán por mantenerse fiel a una ideología que ya ha demostrado sus limitaciones, ha dejado pasar una oportunidad de oro para su provincia. Y mientras tanto, Río Negro celebra una victoria que no era necesariamente suya, sino el resultado de una gestión eficiente y una visión clara de desarrollo.

La lección aquí es clara: cuando la ideología se interpone en el camino del desarrollo, todos perdemos. Y en este caso, el gran perdedor es Buenos Aires y, por supuesto, sus habitantes.