Analistas La columna de Antonio Ginart

Más allá del populismo, el desafío de la nueva Argentina

Dejemos atrás el mundo del revés que nos planteaba el populismo. Necesitamos un capitalismo dinámico que nos conduzca al desarrollo económico y social que nos merecemos

Martes, 23 de Julio de 2024

Hoy quiero hablarles de algo crucial para nuestro futuro como nación: la caída de la pobreza y mayores niveles de equidad. Y no, no estamos hablando de repartir lo poco que tenemos, sino de hacer crecer "la torta" para que alcance para todos. Porque, seamos realistas, América Latina está plagada de gobiernos que han intentado redistribuir riqueza, pero la mayoría, incluyendo a Argentina, lo ha hecho sobre una riqueza que dejaron de crear. ¿El resultado? Desajustes macroeconómicos y más pobreza.

Para cambiar este panorama, necesitamos recomponer nuestro proceso de acumulación de capital. El estado, tal y como lo ha dejado el populismo, más que ayudar, se ha convertido en una traba. Tenemos que reducir el peso del sector público en el PIB a niveles razonables, entre un 25% y 33%, y aligerar la carga impositiva que aplasta a nuestro sector productivo. Solo así recuperaremos competitividad.

Un superávit fiscal de calidad, sostenido en el tiempo, nos permitirá mantener una paridad cambiaria competitiva. Eso sí, debemos evitar caer en la "enfermedad holandesa", donde un exceso de divisas por un boom exportador encarece nuestra producción en dólares. La clave es manejar sabiamente nuestros recursos.

Hablemos del RIGI, un instrumento esencial incluido en la Ley de Bases. Este régimen es fundamental para atraer inversiones, especialmente en nuestros recursos naturales. Tenemos el potencial de convertirnos en un país petrolero y minero, pero la inestabilidad jurídica ha espantado a los inversores. Necesitamos un estado que garantice estabilidad y haga cumplir las normas.

Vaca Muerta, por ejemplo, es el segundo reservorio mundial de shale gas. Según YPF, podríamos convertirnos en el quinto exportador mundial de GNL para 2031, generando exportaciones por 30 mil millones de dólares en hidrocarburos. Y no olvidemos los grandes proyectos de cobre en San Juan, Salta, Catamarca y también nuestra provincia de Mendoza, que podrían convertirnos en el quinto productor mundial de este metal, generando empleo y desarrollo local.

Nuestra riqueza no se limita al petróleo y el cobre. En Río Negro tenemos la única empresa productora de carbonato de sodio de América Latina, esencial para la industria del litio. Y nuestro triángulo de litio junto a Chile y Bolivia representa el 85% de las reservas mundiales.

Todo este potencial necesita un estado eficiente y desarrollista. Las grandes inversiones no destruirán PYMES ni empleos; al contrario, crearán miles de nuevas empresas y empleos genuinos. La minería, por ejemplo, tiene un enorme efecto de arrastre sobre proveedores de diversos sectores, desde la gastronomía hasta la ingeniería civil.

Para aprovechar esta oportunidad, necesitamos recuperar nuestro capital humano. Las pruebas PISA muestran el retroceso en nuestros niveles educativos, y es vital mejorar la educación básica y técnica para generar los trabajadores que se necesitarán. Además, debemos tener una política PYME que fomente la creación de empresas competitivas, capaces de convertirse en proveedoras de grandes proyectos.

El RIGI contempla que el 20% de la inversión en proyectos adheridos debe ser cubierta por empresas locales. Es necesario que el gobierno nacional y los provinciales desarrollen políticas específicas para facilitar la generación de estas empresas.

Dejemos atrás el mundo del revés que nos planteaba el populismo. Necesitamos un capitalismo dinámico que nos conduzca al desarrollo económico y social que nos merecemos. Este es el camino hacia una Argentina más justa y próspera, donde la equidad y la riqueza sostenible sean una realidad para todos.