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El hartazgo llegó a la gente

El ministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires fue donde los colectiveros realizan una medida de fuerza por el asesinato de un chofer. Llegó la infantería, hubo incidentes y cantaron "que se vayan todos". La gente se cansó de estos políticos y a tener cuidado que esto no se generalice 

Lunes, 3 de Abril de 2023

Por Andrés Reynaud

La gente está cansada, harta, agotada, no quiere más políticos corruptos, personas que no tienen alma, que solo velan por sus propias necesidades, lo decimos cada domingo en la editorial de WCH, hay un malestar general pero no sólo contra el kirchnerismo nacional sino también contra los políticos provinciales y municipales. Lo que ocurrió hoy con el Ministro Berni es muy grave, esa alevosía de los manifestantes contra el dirigente de turno esconde un odio profundo a Kiciloff, que según pudimos conocer con nuestras fuentes no puede salir a la calle, y les está ocurriendo también a políticos locales, Ojo que el odio crece y nos preguntamos: ¿no será hora que dejen de llenarse los bolsillos y trabajen para le gente y no en contra de ella". Ocurrirá un día que lo acontecido en Bueno Aires le pueda pasar a cualquier de todos los representantes del pueblo.

El enojo parece representar el tono de época. Hay un enojo que anida en la sociedad (según reflejan todas las encuestas), y que algunos líderes, en lugar de interpretar y decodificar, se encargan de exacerbar. La gestualidad de la indignación parece representar a muchos ciudadanos. Es un fenómeno que se palpa en la calle, pero que se refleja con toda transparencia en las redes sociales y también en la televisión. Según encuestas, totalmente dirigidas, y publicadas por medios con cierto acercamiento al ministro de economía y al gobierno, como son infobae y perfil, muestran que la salida son Massa y Kiciloff y que en algunos municipios miden bien, el tema es que nuestros relevamientos reales indican lo contrario y en el malestar de la gente común también.

Ahora, según fuentes confiables, también en Mendoza, la gente está enojada y ya los políticos no pueden moverse con la libertad de otras épocas, es que el flagelo de la inflación y la corrupción agotó el modelo, los traspasa y los transforma en blanco fácil, ya que no se diferencia el bueno del malo porque a las pruebas nos remitimos la gran mayoría son deficientes, ineficientes y corruptos, no solo porque roben sino porque muchas veces no hacen lo que tienen que hacer. 

La gestualidad de la indignación parece representar a muchos ciudadanos; el fenómeno se palpa en la calle y se refleja en las redes sociales y la TV; por eso puede ganar un personaje disruptivo . Ante el enojo de la sociedad, solo caben la comprensión, el afán de entendimiento y –en el caso de la dirigencia– la búsqueda de soluciones. Pero se entra en una dinámica peligrosa cuando emergen o se consolidan liderazgos que se montan sobre el desasosiego ciudadano para incentivarlo, avivarlo y de algún modo celebrarlo. Algo de esto parece estar ocurriendo en la Argentina, donde se observa una peligrosa tendencia a la radicalización del debate público. No importa mucho lo que se diga, sino que se lo diga airadamente, con puñetazos sobre la mesa, con una verborragia enardecida y un revoleo de insultos y descalificaciones a mansalva. Esa gestualidad agresiva y emocional parece conectar con una demanda social. Cuanto más desaforado, más redituable.

Los relevamientos del humor social reflejan, en importantes franjas de la ciudadanía, un enojo “al bulto”, dirigido contra todo lo que se identifique con el poder, las elites o el “establishment”. Es un enojo nutrido de desencanto, defraudación y decepciones, que en algún sentido se conecta con el espíritu del “que se vayan todos” que había permeado en la crisis de 2001. Es un enojo que alimenta un sentimiento antipolítica y, en algunos extremos, incluso “antisistema”. En la antesala de un nuevo proceso electoral, hay señales para preocuparse. El poder exhibe una formidable incapacidad de diálogo, incluso entre sus propios dirigentes. Aun los que se atribuyen cierta moderación, apelan a una retórica cada vez más agresiva y beligerante. El Presidente acaba de calificar a su antecesor como “mi enemigo”. ¿En qué zona oscura de la política se confunde el diccionario de la democracia con el de la guerra?. Palabras de Fernández contra Macri ayer, que tiene que odiarlo.

La Argentina parece empeñada en abonar el enojo ciudadano y en crear un caldo de cultivo para cualquier experimento o aventura. La política se mira cada vez más a sí misma; el poder no disimula en su afán por conseguir impunidad ni en defender lo indefendible. La opacidad justifica la desconfianza ciudadana.