Argentina Otras ciudades harían lo mismo

Primera rebelión fiscal en Argentina: en la ciudad de Saralegui los productores y la gente dejarán de pagar sus impuestos. Atentos al efecto contagio

Que pasaría si cada día más gente deja de pagar impuestos y se impone la rebelión fiscal, de donde sacarían dinero los políticos para financiar sus caprichos. 

Martes, 21 de Febrero de 2023

La rebelión fiscal ya es un hecho y se producirá en la ciudad de Villa Saralegui en Santa Fe, la gente está cansada de los abusos y se habla que cada días más pueblos y ciudades se tomarán de esto para dejar de pagar impuestos.  De la mano de uno de sus impulsores, José Luis Espert el miércoles confirmó que estará en la Provincia de Santa Fe dando todo su apoyo a los productores agropecuarios en la primera rebelión fiscal de la historia argentina.

MDN

A veces las crisis de financiamiento del fisco han terminado con inflaciones galopantes como el Rodrigazo, el Austral y el de los Kirchner y a veces con defaults de la deuda como Martínez de Hoz, la convertibilidad y Macri. Pero la causa de las crisis, siempre ha sido un Estado sobredimensionado que gasta mucho más de la gigantesca montaña de impuestos que los ciudadanos pagan.

Una aclaración importante. El 34% del PBI de impuestos que se pagan, que a algunos les podría parecer razonable, lo pagan (obviamente) solo los que están en blanco. Como la economía en negro no baja de un mínimo de 35%/40%, los que pagan los impuestos, lo hacen por el equivalente a un mínimo de 50% del PBI en blanco.

O sea que la gente que está en blanco, trabaja al menos la mitad del año solo para pagar impuestos. Es como que durante 6 de 12 meses cobra su ingreso por una ventanilla y por la otra entrega ese mismo ingreso a la AFIP, más las agencias de recaudación provinciales.

Difícil encontrar un país de ingresos medios a bajos como el nuestro con este tamaño del Estado y una presión impositiva salvaje que transformó en esclavos impositivos a sus mejores (8M) trabajadores privados en blanco (dependientes, comerciantes, industriales, autónomos y monotributistas). Inaudito, inaceptable, intolerable, irracional, insostenible.

La necesidad de una Rebelión Fiscal, una frase que se escucha cada vez más y despierta a la gente a no pagar impuestos

Argentina

La política no registra que la sociedad no da más de pagar impuestos y en Argentina las crisis no solo las pagan los pecadores, sino también los justos

¿Quién decide cuánto y cómo gasta el Estado? La política desde el Ejecutivo y el Congreso (y legislaturas y consejos deliberantes) cuando se confecciona y después se sancionan los presupuestos de gastos todos los años en la Nación, las Provincias y los Municipios. Entonces, los responsables de este país miserable y lleno de esclavos impositivos en el que nos hemos transformado son, esencialmente, los políticos tradicionales de la Argentina. La “corpo política”.

La política no registra que la sociedad no da más de pagar impuestos. Es más, no les importa porque se comporta igual que una corporación (como tal, desconectada de las necesidades de sus representados) para la cual los impuestos son la sangre y el gastar la razón vital de su existencia.

La corpo política nunca bajarán los impuestos porque nunca bajarán el gasto público por las buenas. Prefieren que el ajuste se haga por las malas con una fenomenal crisis (hemos tenido seis en el último siglo) a que ellos tengan que pagar el costo de enemistarse con su clientela, echando ñoquis, cortándole la plata a los muchos Jorge Capitanich (gobernador del Chaco) que gobiernan las provincias, a las organizaciones sociales, auditando los planes sociales para eliminar los truchos, etc.

Esas crisis solo sirven también para que el sistema que nos está transformando en una gigantesca villa miseria, se “resetee” y vuelva a comenzar. Antes de las crisis, la vieja política dice “no se pueden hacer los ajustes (en el Estado) por los costos políticos y sociales que tiene”. Viene la crisis. Le echan la culpa hasta a los aros de Saturno (jamás se hacen cargo de nada) y vuelven a empezar con la maquinita del aumento del gasto público a partir de un nivel más bajo (que antes de la crisis) por la licuación (salto del dólar y de los precios) hasta la nueva crisis y así.