Pepe Mujica fue presidente de Uruguay entre 2010 y 2015, líder del Frente Amplio e integrante del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros. Durante la dictadura uruguaya, estuvo preso entre 1972 y 1985, y en ese período, pasó años en condiciones extremas de aislamiento, lo que marcó profundamente su visión del mundo. Al recuperar la libertad, se volcó plenamente a la vida democrática, siendo elegido presidente tras décadas de militancia y lucha.

Alejandro Verón subrayó que el aporte más relevante de Mujica fue haber llevado a la práctica las ideas en las que creía, incluso a costa de su libertad. Su vida austera y su coherencia ética lo diferenciaron de muchos dirigentes. Como presidente, donaba el 90 % de su sueldo y, al dejar el cargo, no modificó su estilo de vida: continuó viviendo en su chacra, sin lujos, como un ciudadano común.

Mujica fue un crítico del capitalismo y, especialmente, de la sociedad de consumo. Consideraba que la vida es el bien más valioso, y que trabajar solo para consumir no conduce a la felicidad. Esa crítica no se basaba en una apología de la pobreza, sino en una defensa de la austeridad y del tiempo libre como valores esenciales. Promovía una vida más simple, centrada en la libertad, la felicidad y los vínculos humanos.

Durante su mandato, Uruguay se destacó por políticas públicas que mejoraron la educación, la conectividad escolar y la inclusión social. Mujica impulsó que el país destinara cerca del 6 % del PBI a la educación, con mejoras significativas en la matrícula y en la infraestructura.

Alejandro Verón también recordó que Mujica promovía el recambio generacional dentro de su fuerza política. Pese a contar con alta popularidad para reelegirse, decidió no postularse nuevamente a la presidencia, alentando el protagonismo de las nuevas generaciones. Criticó la perpetuidad de liderazgos políticos, incluyendo figuras como Cristina Fernández de Kirchner, por no dar paso a los jóvenes.

Otro aspecto destacado fue su noción de libertad, entendida como la capacidad de tolerar al que piensa distinto. Para Mujica, sin esa base no es posible construir una democracia sólida. Su respeto por el diálogo y la búsqueda de consensos lo convirtieron en un referente transversal, valorado incluso por sectores ideológicamente distantes.

Alejandro Verón recordó que Mujica rechazó la compra de un avión presidencial para destinar ese dinero a un helicóptero sanitario, priorizando las necesidades reales del país por encima del simbolismo del poder. Este gesto sintetiza su enfoque de sentido común en la gestión pública.

Pepe Mujica mantuvo una relación cercana con el Papa Francisco, con quien compartía la crítica a los excesos del poder y el valor de una vida sencilla. Ambos eran admiradores mutuos y promotores de una ética social basada en la solidaridad.

En palabras de Verón, el legado de Mujica trasciende ideologías y fronteras. Su figura representa una política humanizada, donde la coherencia, la humildad y el compromiso con el bien común son ejes fundamentales. Su muerte generó repercusión mundial y dejó un mensaje vigente: vivir en comunidad, con valores, y sin olvidar que el tiempo y la vida son bienes que no se compran.