El Presidente resignó una foto de alto impacto con Donald Trump y la posibilidad de destrabar una inversión de US$ 4.000 millones por meterse de lleno en la disputa con la AFA y en la rosca por la primera minoría en Diputados. Al mismo tiempo, Axel Kicillof avanza con una deuda de igual magnitud en la Provincia y desata una feroz interna entre La Libertad Avanza y el PRO por los acuerdos en la Legislatura bonaerense.
Javier Milei estaba a un paso de lograr una postal soñada: ser el único presidente compartiendo palco con Donald Trump, invitado a la caravana presidencial rumbo al Kennedy Center y con el camino allanado hacia una inversión de US$ 4.000 millones en Argentina, de una firma estadounidense del sector energético-tecnológico. Pero el Presidente eligió otra cosa: quedarse en el barro de la política local.
En lugar de capitalizar el guiño de Richard Grenell -hombre clave de Trump y "teléfono directo" con el magnate- y de mostrarse en el sorteo del Mundial, Milei se enfocó en la batalla doméstica: la pulseada con Claudio "Chiqui" Tapia y la pelea por consolidar la primera minoría en la Cámara de Diputados. "Gravísimo error. No cayó para nada bien que no viniera al sorteo del Mundial", sintetiza una fuente al tanto de las conversaciones entre Buenos Aires y Washington, que asegura que Scott Bessent canceló una visita a la Argentina por un pedido de la Casa Blanca y que la inversión quedó, por ahora, en stand by.
Pese al traspié, el embajador de Estados Unidos, Peter Lamelas, llevó algo de alivio a la Casa Rosada durante el cóctel de AmCham. "Estoy aquí porque Milei es amigo de Trump. Estados Unidos apoyará a la Argentina mientras esté Milei. Aprovechen estos años", lanzó sin matices, ante unos 250 asistentes. En primera fila sonreía Santiago Caputo, el asesor presidencial que supo comandar la "embajada paralela" con el trumpismo.
En La Mansión del Four Seasons, el gabinete tuvo asistencia casi perfecta. Aplaudieron, entre otros, Manuel Adorni, Luis Caputo, Pablo Quirno, Diego Santilli, Alejandra Monteoliva, Carlos Presti y Mario Lugones. La ausencia llamativa fue la de Mariano Cúneo Libarona, justo en la semana en que reaparecieron las versiones de renuncia.
Karina Milei no estuvo, pero tampoco hizo falta. Tiene en Adorni a un vocero fiel y en Bettina Bulgheroni a una aliada estratégica. La presidenta del Consejo Interamericano de Comercio y Producción (CICyP), íntima de "El Jefe", organizó un almuerzo en el Alvear con 16 embajadores y empresarios para escuchar a Caputo. "Sabemos que es necesaria la reforma laboral y tributaria, reformas que sin duda transforman orden en crecimiento. El orden macro es el piso para desplegar todo el potencial productivo del país", fue su guiño al programa oficial.
El ministro se sintió tan cómodo que muchos invitados debieron retirarse antes de probar el plato principal. La mesa de dulces, en el trayecto de salida, fue consuelo para los que se quedaron con hambre y con más preguntas que respuestas.
Mientras Milei hace equilibrio entre Trump, el FMI y la política interna, Axel Kicillof también acelera. En una sesión de madrugada, consiguió que la Legislatura bonaerense le apruebe la toma de deuda por US$ 4.000 millones. El gobernador, en modo Navidad anticipada, aprovechó para repartir cargos en el Banco Provincia, el Tribunal Fiscal y el Consejo General de Educación.
"Rapidito, Toto", le exigió Kicillof a Caputo para que autorice el endeudamiento y llegó a amenazar con una denuncia. El ministro, que también juega políticamente, retrucó: "La provincia no está cumpliendo con la Ley de Responsabilidad Fiscal", argumento con el que frenó una refinanciación y, de paso, marcó la cancha horas antes de anunciar el regreso de la Argentina al mercado de capitales. Kicillof, mientras tanto, también quiere su propio roll over.
En paralelo, la Unión Industrial Argentina difundió el Monitor de Desempeño Industrial con una caída de 5,2 puntos respecto de noviembre de 2024. El 21% de las empresas redujo personal, aumentaron las suspensiones y se recortaron turnos. Casi la mitad (47,4%) se vio golpeada por la caída de la demanda interna. Aun así, los industriales mantienen expectativas de mejora recién para 2026.
En este contexto, la CGT aparece desdibujada: una central obrera "famélica" que, según admiten sus propios dirigentes, ruega al menos poder leer el proyecto de reforma laboral que el Gobierno promete enviar al Congreso.
La ley de endeudamiento votada en la Legislatura bonaerense fue la chispa que encendió una guerra abierta entre La Libertad Avanza y el PRO. Según reconstruyó TN, las "lenguas karatecas" de ambos espacios apuntaron contra el intendente de Tres de Febrero, Diego Valenzuela. "Acusa al PRO de acordar con Kicillof y tiene a su ladero, Esteban Daniel Cibrán, nombrado como síndico titular del Bapro", disparan desde un sector. "Oficialista de turno, flojo de convicciones", devuelven del otro lado.
Sebastián Pareja, uno de los armadores libertarios, denunció en redes "un pacto inescrupuloso, obsceno y explícito entre el gobernador y los mismos de siempre". Pero la propia tropa de LLA dejó flancos abiertos: Ramón "El Nene" Vera se ausentó justo al momento de la votación del endeudamiento. "Burda opereta", se defiende, sin pruebas, desde Moreno. "Arrancó a la 1:33 de la madrugada. En tres minutos aprobaron 43 proyectos", se justifica.
Los acuerdos incluyeron beneficios suculentos. El intendente de Tornquist, Sergio Bordoni, desembarca en el Bapro con un sueldo de $26 millones y deja el municipio en manos de su hija Estefanía, primera en la lista de concejales. "Eso es pensar en todo", ironizan en los pasillos.
La paz -más bien ficticia- entre Karina Milei y Santiago Caputo tuvo un ensayo en la ex SIDE, con el reemplazo de Sergio Neiffert por Cristian Auguadra. Pero alcanzó otra dimensión en la Provincia, con una versión criolla del "laissez faire, laissez passer". La duda es si se trató de un verdadero "dejar hacer, dejar pasar" o de un acuerdo subterráneo. ¿Tanto grito sirve para tapar algo más grande?
Los que estuvieron en la jura de los diputados provinciales salieron sorprendidos por la velocidad del reparto de cargos. En cuestión de minutos se votaron las autoridades de la Cámara, mientras algunos libertarios nuevos ni siquiera alcanzaron a levantar la mano. Pareja ubicó a Juan Osaba como vicepresidente y el caputista Agustín Romo retuvo la jefatura del bloque. "Se dijeron muchas cosas cuando la interna estaba al rojo vivo. Después fue bajando la espuma y lo mejor para todos era que todo siguiera como estaba", admiten cerca del asesor presidencial.
La escena la sintetiza un comentario escuchado en el recinto: "Che, ¿qué hay que hacer? ¿Hay que levantar la mano o qué? Alguien que diga algo". El curso acelerado de política y gestión parece no haber llegado a todas las bolillas, mientras Milei sigue eligiendo, una y otra vez, la pelea local aun a costa de perder oportunidades en el tablero internacional.