Politica Tensión

Frente al debate de la reforma laboral, el sindicalismo no se pone de acuerdo y se muestra  dividido 

Dentro de la CGT comienzan a parecer las primeras voces a favor de la discusión que plantea el Gobierno.

Martes, 4 de Noviembre de 2025

El Gobierno comienza a recibir buenas noticias desde el universo sindical. Más allá de las voces más mediáticas, por lo bajo y casi fuera del radar, comienzan a aparecer los dirigentes que apoyan, por lo menos parcialmente, la discusión que plantea el Gobierno.

Las voces que, por ahora y en su mayoría, prefieren evitar el debate público se comienzan a multiplicar. Los dirigentes de los sectores vinculados a la tecnología y a la energía comienzan a mirar con buenos ojos el debate que motoriza el Poder Ejecutivo.

Uno de los que tiró la primera piedra y rompió la hegemonía del discurso cegetista fue Mario Lavia, Secretario General de la Federación Argentina Sindical del Petróleo, Gas y Biocombustibles (FaSiPeGyBio), que señaló ante la consulta de El Observador que "la economía global está cambiando a una velocidad acelerada. Las transformaciones tecnológicas y las nuevas demandas de los mercados requieren de un sector laboral más preparado para los desafíos del futuro. La modernización es inevitable y, de hecho, debe ser bienvenida dentro de un marco normativo adecuado".

La postura de Lavia sacude lo que se presumía como el pensamiento hegemónico dentro de la CGT. Por caso, Gerardo Martínez, titular de la UOCRA y uno de los hombres de diálogo permanente con el Gobierno, ya advirtió: "No queremos ir al conflicto, pero si se nos cierran todas las puertas y no nos dan garantías vamos a utilizar todas las herramientas que tengamos en la defensa de nuestro derecho".

Las alertas en la CGT por el debilitamiento sindical

Ante la posibilidad de que el ala dura del Gobierno, tras la victoria electoral, sea la que talle los cimientos del articulado de la reforma. En ese marco, la decepción de Martínez es doble. El líder de la UOCRA había apostado por el diálogo con la intención cierta de que la central obrera sea escuchada en el marco del debate.

Más allá de los intentos del "canciller de la CGT" lo cierto es que por ahora el Gobierno no tiene pensado escuchar ni a los sindicatos ni a las Pymes.

Del otro lado de la frontera imaginaria que divide al sindicalismo, Lavia, que tampoco tiene diálogo con el Gobierno, postula su apoyo, pero con matices. "La modernización es bienvenida, pero siempre respetando la dignidad del trabajo. La flexibilización de los contratos laborales, que junto con la negociación salarial individual es uno de los puntos más peligrosos y preocupantes de la reforma que se avecina, no puede ser una excusa para vulnerar los derechos de los trabajadores", dijo el dirigente del Petróleo.

En tanto, en las entrañas de la CGT la discusión es profunda. El consenso de que el modelo vigente requiere modificaciones está extendido. Sobre todo, en lo que tiene que ver con los nuevos empleos que permanecen por fuera de la mayoría de los convenios. Sin embargo, más allá de la discusión que tiene que ver con los derechos propiamente dichos de los trabajadores y el reconocimiento de las nuevas actividades, las alertas de la CGT tienen que ver centralmente con lo que entienden como el objetivo central de la reforma: debilitar a los sindicatos.

En la CGT, por estas horas, estudian lo que sucedió en Brasil en el marco de su última reforma laboral que, más allá de la tipificación de nuevos empleos y la generación de otro tipo de derechos, destruyó, según explican, la posibilidad de la negociación colectiva.

El partido está en marcha, y el Gobierno, que aún no tiene definida la letra chica del proyecto, ya cosecha sus primeras buenas noticias en el ámbito sindical. El resto está por verse.

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