Alejandro Victoriano Cantero, de 45 años, uno de los prófugos por el crimen del playero Bruno Bussanich, fue detenido este martes a la madrugada luego de intentar escapar de un control policial en la ciudad de Rosario. El sospechoso estaba siendo intensamente buscado desde marzo de 2024, cuando una serie de homicidios estremecieron a la capital santafesina.

La captura se produjo en la intersección de las calles Patagones y Quintana, en la conocida "Zona Cero", una de las áreas más conflictivas de la ciudad. Fuentes policiales indicaron que Cantero, al advertir el operativo, intentó huir a pie y descartó su teléfono celular antes de ser alcanzado por efectivos de la Policía. En la Comisaría 32ª confirmaron su identidad y el pedido de captura vigente.

El detenido está vinculado a la causa por el asesinato de Bussanich, un joven de 25 años que trabajaba como playero y fue baleado en un ataque por el cual ya había sido detenido un adolescente de 15 años, señalado como el autor material del homicidio. El crimen, ocurrido en marzo, fue uno de los cuatro asesinatos que marcaron una seguidilla violenta ese mes en Rosario.

La detención de Cantero fue posible gracias al aporte de dos testigos clave: uno que lo ubicó en la escena del crimen y otro que declaró haberlo escuchado alardear sobre su participación en el asesinato.

Con esta detención, según confirmó el fiscal Adrián Spelta, ya están arrestadas todas las personas con presunta participación en los homicidios registrados en marzo del año pasado. "Están detenidas todas las personas que estaban relacionadas o tuvieron algún grado de participación en cualquiera de los homicidios que fueron investigados desde el mes de marzo del año pasado", expresó el funcionario judicial.

En tanto, el fiscal Patricio Saldutti explicó que el juez a cargo del caso dictó prisión preventiva para Cantero por el tiempo que marca la ley. "Esto es revisable, incluso apelable, pero nos permite agotar la investigación y presentar la acusación en un plazo razonable", afirmó.

El caso Bussanich se convirtió en uno de los emblemas de la crisis de seguridad que atraviesa Rosario, ciudad golpeada por el narcotráfico y los crímenes violentos que se han multiplicado en los últimos años.