Argentina La columna de Antonio Ginart

Paro de transporte: ¿defender derechos o hacernos la vida imposible?

Todo esto dejó a miles de argentinos sin poder cumplir con sus compromisos, con planes truncados, citas importantes que no se pueden reprogramar y pérdidas económicas que ni siquiera entran en los cálculos. ¿Así piensan defender los derechos de los trabajadores?

Jueves, 31 de Octubre de 2024

Otra vez el sindicalismo de transporte se cargó de bronca, y sin pensar en las consecuencias quiso parar la Argentina. Se unieron casi todos, menos los colectivos: aviones en tierra, trenes frenados, camiones quietos, barcos y subtes parados. Muchos por la fuerza o bajo amenaza.

Todo esto dejó a miles de argentinos sin poder cumplir con sus compromisos, con planes truncados, citas importantes que no se pueden reprogramar y pérdidas económicas que ni siquiera entran en los cálculos. ¿Así piensan defender los derechos de los trabajadores?
Y acá está el punto: ¿a quién benefician realmente estos paros? Desde Aerolíneas Argentinas, que siempre está en números rojos, las pérdidas superaron los dos millones de dólares, con más de 250 vuelos cancelados y 27.000 pasajeros varados. Para cualquier empresa, esto sería un golpe que la deja tambaleando, pero a Aerolíneas, que ya tiene que pedir rescate constantemente, le asestan otra herida.

El Gobierno intentó intervenir, proponiendo una regulación que al menos garantizara el 50% de los servicios, pero la Justicia, invocando el derecho a huelga, tumbó esa iniciativa. Y entonces, ¿qué pasa con el derecho a viajar? ¿O con el derecho de esa persona que tenía una entrevista, un turno médico o simplemente un pasaje comprado? La justicia no lo contempla o tiene la balanza desequilibrada. La mayoría de los argentinos están podridos de estos paros que siempre agarran de rehenes a los que menos tienen que ver en el conflicto.

¿Y el apoyo al paro? Ni siquiera fue unánime entre los trabajadores. En el personal de rampa de Aerolíneas Argentinas, un 60% se sumó, pero en el personal superior, la adhesión fue de apenas un 10%. Esto deja claro que no es un reclamo unificado, sino que hay una buena cantidad de empleados que no están de acuerdo, pero, claro, la presión sindical es mucha. ¿Cuántos trabajadores terminan sumándose por temor a represalias, mientras ven cómo sus propios jefes sindicales se enriquecen mientras nos venden el verso de la "lucha por los derechos"?
Ya suenan rumores de otro paro en camino. La idea no es defender el transporte, no es proteger a los trabajadores; parece que lo único que buscan estos sindicalistas es frenar a un gobierno legítimo, entorpecer y desgastar. Pero no se engañen: la gente ya se da cuenta. La Argentina está cansada de estos paros que siempre joden al de a pie y de esos jefes sindicales que hace años viven del cuento, alardeando de humildad y llevándose la plata en pala. Esta es la Argentina que hay que cambiar.

Y a los señores sindicalistas que se crean intocables, no se preocupen: tarde o temprano, la justicia llega. Algún juez va a tener que ponerle fin a esta mafia sindical, porque no se trata de derechos laborales, sino de derechos básicos para todos los argentinos. Esto no lo cambia solo un gobierno; lo cambiamos entre todos.