Javier Milei convocó a gobernadores y referentes políticos para sentarse a conversar sobre las reformas que vienen. Y no es un detalle menor: abrir la mesa de diálogo después de tantos desencuentros ya marca otra cosa.
Hoy tenemos una señal que, al menos, merece que la miremos con optimismo, aunque sin ingenuidad. Javier Milei convocó a gobernadores y referentes políticos para sentarse a conversar sobre las reformas que vienen. Y no es un detalle menor: abrir la mesa de diálogo después de tantos desencuentros ya marca otra cosa.
Ahora bien: ojo, porque esto puede ser la primera página de un libro nuevo. o la repetición de viejas tapas. Lo clave va a estar en los siguientes pasos. Milei propone debatir y acordar algunas reformas de peso: laboral, tributaria, previsional. A eso hay que sumarle que muchos gobernadores aceptaron el diálogo. Cerca de 20, entre ellos nuestro gobernador Alfredo Cornejo, Rogelio Frigerio (Entre Ríos), Leandro Zdero (Chaco), Maximiliano Pullaro (Santa Fe) o Osvaldo Jaldo (Tucumán) que, aunque algunos habían sido críticos, mostraron voluntad de participar. Eso suma esperanza.
Pero también hay quienes se bajaron o decidieron no participar. El entorno kirchnerista más duro -como Axel Kicillof (Buenos Aires) o Gildo Insfrán (Formosa) - quedaron afuera o directamente no fueron convocados porque el Gobierno los definió como "parte del problema". Esa negativa a dialogar no es solo un acto político: es una señal de que algunos prefieren seguir apostando a la grieta en lugar del acuerdo.
Ahora bien, ¿por qué esto tiene que importarnos? Porque lo que está en juego es algo más que una reunión de escritorio: es la posibilidad de que Nación y provincias trabajen juntos, articulen políticas de largo plazo, no sólo parches. Hablamos de educación, infraestructura, empleo, innovación. Hablamos de un salto hacia adelante. Y no hablo de promesas vacías, hablo de diseñar el Estado para los próximos diez años.
Sí, sabemos que no va a ser fácil. Va a haber que bancarse reformas profundas, resistencias, lobbistas que tratarán de frenar. Pero si la política sigue en la lógica de la campaña permanente, de esperar el voto y luego retroceder. no cambiamos de rumbo. Y el electorado lo siente.
Entonces, esta mesa que hoy se arma puede significar el arranque de otra cultura política: la de sentarse, debatir, acordar, legislar juntos. Y que los que dijeron "Yo no voy" entiendan que quedarse afuera no los cura de problemas, los mantiene dentro de la vieja lógica que nos tiene atascados.
Aunque el escenario esté cargado de tensión, por primera vez parece que la política decide poner las cartas sobre la mesa y ver hacia dónde vamos los próximos años. Si esto se concreta, puede que dejemos atrás el "vamos improvisando" y entremos al "vamos construyendo". Y eso, si querés, ya es un cambio de velocidad.
Así que, ¿vamos a debatir y construir o vamos a quedarnos en la queja y a seguir tirando piedras? Mi apuesta es que vamos a construir. Pero va a depender de todos -gobernadores, legisladores, ciudadanos- que esta reunión no sea la última foto, sino la primera de muchas.