Pareciera que Mendoza está otra vez ante uno de esos momentos en los que hay que definir si seguimos pateando los problemas para más adelante o si, de una buena vez, decidimos dar un paso firme hacia el futuro. Y esta semana el Senado provincial tiene la pelota en los pies: puede darle sanción definitiva a proyectos mineros que, si se hacen bien, pueden cambiar el rumbo de la provincia.

Y acá vale la pena decir algo sin vueltas: desde fines de 2019 hasta hoy, la sociedad mendocina empezó a mirar la minería con otros ojos. No porque haya desaparecido el miedo, sino porque quedó claro que seguir estancados tampoco nos lleva a ningún lado. Durante años nos repetimos que la vitivinicultura, el turismo y los servicios nos alcanzaban. Y sí, son pilares, pero ya no son suficientes. Mendoza se fue quedando quieta, perdiendo competitividad, perdiendo oportunidades frente a provincias vecinas que avanzaron mientras nosotros discutíamos lo mismo una y otra vez.

Hoy, en cambio, hay algo distinto: la gente entiende que la minería moderna no es la de hace treinta años. Hay tecnologías nuevas, hay controles mucho más estrictos y hay un mundo que demanda minerales para energías limpias, para movilidad eléctrica, para un desarrollo más sustentable. Y Mendoza tiene esos recursos. No es una promesa en el aire: es una realidad que está ahí, bajo nuestros pies.

Pero ojo, porque esto no es un cheque en blanco. La condición para que esta oportunidad sea real es la responsabilidad. Controles serios, transparentes, permanentes. Políticas claras que no cambien cada dos años. Participación de las comunidades. Empresas que entiendan que operan en una provincia donde el cuidado del agua no se negocia. Eso es lo que puede garantizar que la minería sea una actividad que sume, que complemente, que potencie, sin poner en riesgo lo que más valoramos: la calidad de vida y un ambiente sano.

Si Mendoza da este paso con madurez, puede diversificar su matriz económica y volver a ocupar ese lugar de liderazgo en el oeste argentino que históricamente tuvo. Volver a ser una provincia que marca el ritmo, que genera empleo de calidad, que atrae inversiones y que ofrece oportunidades a sus jóvenes para quedarse y crecer acá, y no tener que buscar futuro en otro lado.

Estamos ante una chance concreta, no una ilusión. Y depende de nosotros -de la política, de las instituciones y también de la sociedad- decidir si seguimos discutiendo indefinidamente o si nos animamos a avanzar con responsabilidad.

Tal vez este sea, de verdad, el paso que cambie la historia de Mendoza. ¿Lo vamos a dar o lo vamos a dejar pasar otra vez?

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Lo informó el ministro de Economía a través de las redes sociales. Implica una reducción de 2 puntos porcentuales para los principales cultivos. "Es un nuevo paso en el camino del alivio fiscal", planteó.