Analistas La columna de Antonio Ginart

Milei: puentes, no murallas

El gobierno empieza a entender que para seguir avanzando, no alcanza con gritar "viva la libertad", hay que saber negociar, construir y, sobre todo, escuchar.

Lunes, 3 de Noviembre de 2025

Arrancó la segunda mitad del mandato de Javier Milei y el tablero político se mueve. Nuevas caras en el gabinete, una reunión de acercamiento con los gobernadores y una charla con Mauricio Macri que dejó sabor agridulce. No es poca cosa. El gobierno empieza a entender que para seguir avanzando, no alcanza con gritar "viva la libertad", hay que saber negociar, construir y, sobre todo, escuchar.

Porque si algo quedó claro después de este primer tramo de gestión, es que la motosierra sola no alcanza. Hubo orden fiscal, sí; bajó la inflación, también. Pero el país necesita más que números: necesita rumbo, coordinación y acuerdos. Y eso se logra tendiendo puentes, no levantando murallas.

El encuentro con los gobernadores fue un paso en esa dirección. Algunos fueron con cautela, otros con la calculadora en la mano, pero lo importante es que se sentaron a hablar. Y eso, en la Argentina de los últimos años, ya es un avance. Ahora, claro, el desafío es que el diálogo no sea sólo una foto para la prensa. Porque de nada sirve recomponer vínculos si después todo se vuelve a romper con un tuit o una declaración altisonante.

La charla con Macri, en cambio, fue más compleja. El expresidente quiere seguir teniendo peso, pero Milei no parece dispuesto a ceder terreno. Y ese tira y afloje entre libertarios y macristas puede ser un problema si no se maneja con inteligencia. El país necesita estabilidad política, no egos en competencia.

El Presidente tiene hoy una oportunidad única: consolidar su gestión sin perder su esencia, pero aprendiendo a sumar. Gobernar no es imponer, es convencer. Y si de verdad quiere dejar huella, tiene que entender que la soberbia fue la trampa en la que cayeron todos los que se creyeron invencibles.

Falta mucho por hacer. La economía todavía no despega, los salarios siguen corriendo de atrás y la gente está cansada. Pero aún hay margen. Si el Gobierno logra combinar su empuje reformista con una dosis de diálogo y gestión, el camino hacia el 2027 puede ser prometedor.

Ahora, si se encierra en su propio orgullo, si vuelve a pelearse con todos los que no piensan igual, el 2027 va a llegar antes de lo que imagina. Porque en política, el tiempo pasa rápido. y el poder se evapora cuando uno se queda solo.



En definitiva, Milei tiene que elegir: seguir construyendo murallas, o empezar a tender puentes. Porque los cambios que el país necesita no se hacen desde la trinchera, sino desde el encuentro. Y ese, tal vez, sea el verdadero desafío de esta nueva etapa.