Analistas Por Facundo Nejamkis, El Observador

La ventana de oportunidad que se le abrió a Javier Milei

El triunfo le permite al Presidente encarar reformas; pero el margen es corto y la opinión pública, volátil y exigente.

Jueves, 30 de Octubre de 2025

En la NASA, una ventana de oportunidad es ese intervalo preciso en el que un cohete puede despegar y alcanzar su objetivo. No antes, porque la trayectoria no coincide; no después, porque la energía disponible ya no alcanza. Es un concepto técnico, pero también político: los gobiernos, como las misiones espaciales, dependen de condiciones de alineamiento que rara vez se repiten.

El resultado electoral del domingo le abrió a Javier Milei una de esas ventanas. La victoria de La Libertad Avanza en distritos donde hace apenas un año no lograba construir estructura muestra algo más que un voto coyuntural: expresa un cambio de clima político, una alineación de factores que, si sabe leer, podría permitirle proyectar un nuevo ciclo de poder.

El Gobierno había llegado a la contienda de octubre con expectativas moderadas después de meses problemáticos. La contundente derrota bonaerense de principios de septiembre, sumada a la presión cambiaria y a la acumulación de escándalos de corrupción, había deteriorado el clima político y social. En la previa, un empate, digamos de 35% a 35% con el peronismo hubiese sido interpretado como un resultado digno. Y sin embargo, el domingo a la noche La Libertad Avanza consiguió el 41%, el segundo mejor desempeño de un oficialismo en una elección de medio término desde el 2001 en adelante, solo por debajo de Cambiemos en 2017. Las expectativas se recompusieron súbitamente -apareció una inesperada ventana de oportunidad- y Milei quedó en una posición inmejorable para hacer las correcciones pendientes.

En la jerga aeroespacial, aprovechar la ventana implica tres cosas: precisión, combustible y coordinación. Milei enfrenta los mismos desafíos.

Precisión, combustible y coordinación

La precisión consiste en calibrar su discurso y sus decisiones para no desviarse de la órbita que le dio sustento: la promesa de cambio radical, pero dentro de un marco institucional que todavía le exige negociación. La falta de precisión política es la que llevó a la Casa Rosada a desgastar el vínculo con los gobernadores, el Congreso y determinados grupos de interés. Recuperar el arte de la precisión para construir apoyos divergentes en el complejo sistema argentino es una condición necesaria para encarar la próxima etapa de reformas.

El combustible es su capital político, que se renueva con victorias, pero se consume con conflictos innecesarios y con el desgaste económico de la gestión. Milei sale de la elección de medio término completamente legitimado por la sociedad. Pero al acercarnos casi a sus dos años de mandato, el Presidente debe haber aprendido que la opinión pública argentina es volátil. Hoy te ama, mañana te odia. Por eso, es fundamental que el Gobierno aproveche el renovado capital político con el que cuenta para corregir los ejes del modelo que venían haciendo ruido: dólar, estancamiento económico, pérdida relativa del poder adquisitivo. Una máxima de la política indica que siempre es mejor hacer los cambios y reajustes de la maquinaria cuando se dispone de viento a favor -o siguiendo con nuestra analogía, cuando se tiene combustible en el motor.

Y la coordinación remite a la sincronización con los actores que lo rodean: gobernadores, bloques legislativos, aliados externos y funcionarios internos. Sin ese alineamiento, ningún despegue es sostenible. Está claro que durante gran parte del 2025 la coordinación falló, lesionando la relación con los gobernadores y el Congreso. Esa falla se explica, en parte, por los desperfectos que hubo en el dispositivo político interno del propio Gobierno. El relanzamiento del Gabinete, con nuevos interlocutores y un nuevo esquema de coordinación, aparece como una meta deseable para la etapa que se abre.

El Gobierno no se debe dormir en los laureles de la victoria electoral. Las ventanas de oportunidad, en política, como en la NASA, son fugaces. Se abren y se cierran con la misma velocidad con que cambian las expectativas sociales. En la política argentina, esa dinámica se acelera: la opinión pública exige resultados inmediatos y castiga la demora.

Milei parece haber entendido el punto: tras meses de confrontación, busca mostrar capacidad de ejecución, encauzar la macroeconomía y construir una narrativa de "normalización". Algo de ese cambio se notó en su discurso de victoria, en donde se advirtió un mandatario más moderado, dispuesto a la negociación y menos proclive al insulto. Pero el margen es corto: el humor social puede volverse rápidamente adverso si la mejora no se percibe en el bolsillo.

El Presidente tiene hoy alineados el momento económico -con una inflación en descenso-, la fragmentación de la oposición y una base social que aún conserva paciencia. Esa conjunción le abre la ventana. La incógnita es si sabrá aprovecharla antes de que la rotación política vuelva a mover la órbita, y el impulso ya no alcance.

En política, como en el espacio, no hay despegue posible sin cálculo y sin tiempo justo. El domingo le dio a Milei una oportunidad inédita. Dependerá de su pericia si la convierte en misión cumplida o en lanzamiento abortado.

El gran debate de las políticas a largo plazo

Analistas

 Javier Milei convocó a gobernadores y referentes políticos para sentarse a conversar sobre las reformas que vienen.  Y no es un detalle menor: abrir la mesa de diálogo después de tantos desencuentros ya marca otra cosa.